Hay algunas semejanzas interesantes entre la sociedad cazadora recolectora del paleolítico y la sociedad de consumo contemporánea. La sociedad global del siglo XXI tiene paralelos interesantes con las sociedades cazadoras recolectoras de ese remoto pasado, por ejemplo, en la manera en que habitamos el territorio, la migración de grupos de población, la formación de tribus y el seguimiento y afiliación a totems.
Tal vez porque la modernidad como proyecto social está desgastado, la sociedad tardo-moderna del siglo XXI es más nómada; tal vez porque las culturas urbanas adoptan más claramente la forma de tribus urbanas; tal vez porque los cambios tecnológicos, el envejecimiento de la población, el crecimiento demográfico y las asíduas crisis sociales, económicas y medioambientales están remodelando la convivencia humana.
Similitudes entre cazadores recolectores y consumidores
Aunque el paleolítico y el siglo XXI son épocas muy distantes, aunque la sociedad cazadora recolectora y la sociedad de consumo son esencialmente opuestas, hay algunos comportamientos, algunos hechos sociales, en los que se puede observar cierta continuidad o similitud.
Seguramente hay más diferencias que semejanzas, pero, por lo menos hay 5 similitudes que vale la pena mencionar. De las 5, la más conocida es el nomadismo. Las nuevas formas de no vivir solo en un lugar es un fenómeno que Michel Mafessoli ha estado investigando. El cambio climático también es una similitud importante porque obliga a una nueva adaptación al territorio, incluso podría obligar el abandono de ciudades costeras e islas. Y el totemismo y el tribalismo está en estrecha relación con el seguimiento de marcas comerciales, influencers e ídolos mediáticos y deportivos.
1. Nomadismo
Actualmente, con el turismo y la necesidad (o provocación) de salir a conocer el mundo real y navegar por mundos virtuales vivimos un nuevo nomadismo. Incluso con el acto de hacer zapping en la tele o en youtube, hay un comportamiento nómada, un desplazamiento de un lugar a otro, una dificultad de quedarse en un mismo sitio por un tiempo prolongado.
Los trabajos que implican moverse de ciudad en ciudad o de país en país, también ejemplarizan un nomadismo contemporáneo. Cada trabajador que va a trabajar a otro país, trae una familia que se mueve por el mundo. Eventualmente, muchos de estos regresan a su punto de partida, cuentan su experiencia y validan esos viajes frente a los demás miembros y familias de su grupo tribal originario.
A diferencia de lo que pasaba en el siglo XIX o a inicios del siglo XX, ahora hay menos «cosas fijas», menos asentamientos, menos discursos permanentes, menos solidez, más liquidez, al decir de Zygmunt Bauman. Hay menos estabilidad.
Tal vez el nómada digital, el trabajador que puede vivir desde cualquier parte del mundo porque «su mundo laboral» está en la red, sea el más sintomático de todo esto. El nómada digital desestabiliza el discurso del trabajador in situ. También los nómadas del mundo científico son notables; para hacer un Phd y luego seguir con un Post-Doc es casi obligado tener que viajar entre ciudades y países.
Más información sobre el nomadismo contamporáneo se puede encontrar en el libro de Michel Mafessoli.
También es interesante considerar el impulso nómada en el ser humano del que habla el escritor Hermann Hesse en su libro El caminante.
2. Migración
Claramente, la migración, el desplazamiento humano en masa, es un paralelo entre las dos épocas. Durante el paleolítico el ser humano tuvo grandes oleadas migratorias que lo llevaron a terminar de conquistar todo el globo terráqueo. Actualmente, las migraciones obedecen a otras causas, pero somos testigos de un desplazamiento constante y masivo de la población, principalmente desde las periferias hacia los centros (centros urbanos, culturales, industriales, económicos, turísticos).
Las migraciones de latinoamericanos hacia Estados Unidos, el desplazamiento demográfico que han dejado las guerras de Siria, Irak y Afganistan, el desplazamiento de la población Rohingya desde Nyanmar y la migración desde la África Subsahariana y el norte de África, hablan por sí mismos. Los movimientos migratorios actuales podrían ser los más grandes de la historia humana y sin duda están remodelando la historia humana.
3. Cambio climático, calentamiento global
La población humana del paleolítico también estába a punto de sentir un cambio muy brusco en el clima. La última glaciación, llamada Würm, ocurrió entorno del año 10000 a.c. y generó una cascada de cambios sociales, tecnológicos y ambientales que dieron un rumbo nuevo al ser humano y a todos los animales del planeta.
De la misma forma, el ser humano del siglo XXI está encarando el cambio climático más importante e influyente en los últimos 12.000 años. Un cambio climático que está cambiando todo, que está afectando la naturaleza a escala global y que va acompañado de un cambio tecnológico, económico y social nunca antes visto. Después del invento de la agricultura en el neolítico, el actual desarrollo de la robótica e IA será el cambio tecnológico más grande que haya vivido la humanidad.
4. Totemismo
El consumidor contemporáneo se afilia espiritual y simbólicamente a los totems y símbolos del mercado. La adoración a las marcas, la fidelidad y admiración a una identidad comercial, seguir diariamente por las redes sociales a un ídolo, a un influencer, a una marca mundial que representa uno u otro valor (como Apple la innovación tecnológica, o Nike el deporte), es una nueva forma de totemismo. (Ver Marcas que usan animales y totemismo).
Los fanáticos de un equipo de fútbol, o los adoradores de una marca, se sienten como «hijos» de ese totem, de ese espíritu, parte de la misma familia. Sin duda alguna ser «seguidor» es generar un vínculo, buscar ser parte de, es una afiliación en el sentido más amplio de la palabra. Afiliar viene del latín Affiliare, que significa incorporar como hijo.
El siglo XXI es una época que se entiende en clave «followers». Un seguidor es un afiliado. Los sujetos escogen a quién o qué seguir, a qué afiliarse, entre una diversidad de opciones circunscrita por el mercado y la comunicación.
5. Tribalismo
En el siglo XXI vemos el retorno de las tribus. Aunque las tribus siempre han existido, durante la modernidad fueron un tipo de organización muy marginal, exótica, residual. Ahora, citando al sociólogo Michel Maffessoli, presenciamos el regreso de las tribus como una forma de organización central en la sociedad.
Tal vez influida por la especialización del mercado en nichos, pero más aún por el agotamiento de las grandes categorías sociales modernas, muy generalistas y uniformadoras (como «jóvenes», «ciudadanos» o «mujeres»), las tribus recuperan un papel central en la organización de los grupos sociales.
Tribus urbanas, pero también tribus sexuales, tribus deportivas, clubs de fans, grupos de colaboración de todo tipo, y de forma no excluyente. El concepto clave en este contexto es «pertenencia e identidad». Las tribus son una forma organizativa que permite un nivel de pertenencia más instenso y que responde mejor al ser humano posmoderno que las formas rígidas de la modernidad como Estado, escuela, nacionalidad. La búsqueda de la proximidad tiene sentido en este orden.
El lazo que une a las tribus contemporáneas repartidas en un amplio territorio se llama Internet. En el paleolítico tal fue la lengua o el comercio de bienes de primera necesidad.
Para profundizar en el retorno de lo arcaico, lo básico, el arke como dice este autor, se recomienda ver la entrevista a Michel Maffesoli en el diario La Nación.